lunes, 8 de octubre de 2012

La doncella y el dragón



La doncella buscaba en los ojos del monstruo un atisbo del caballero que antes había sido. Aquel ser de piel viscosa y ojos muertos intentaba devorarla, hacerle sentir el frío hiriente de sus fauces en la piel, pretendía por todos los medio herir con sus afiladas garras el corazón que amó a aquel caballero, pero los ángeles estaban de parte de la dama, el hedor del aliento del dragón no logró alcanzarla, su mirada vidriosa no la turbó, por más que se esforzaba no lograba herirla. 

Ella permaneció erguida ante él, diminuta ante semejante bestia, segura de sí, tranquila, con la mirada clara, consciente de que él no podía tocarla porque ella no permitiría que lo hiciera. 

La fiera bramó, ella lo miró serenamente, por última vez, buscó algún indicio de lo que antes había sido, de aquel hombre bueno, pero la metamorfosis había concluido.... y entonces permitió que la bestia se hundiera para siempre en el abismo y ella regresó mientras los ángeles guiaban sus pies por el camino. 

Alinna.




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