lunes, 12 de enero de 2015

ARMONIA

Los sábados son días especiales, están llenos de promesas, no tantas como el lunes pero sí más divertidas. A menudo comienzo mis sábados con una larga ducha en la que me recreo sintiendo como el agua corre por mi piel y los aromas del gel de baño llenan mi nariz… pero bueno, que me voy del tema. El sábado pasado mientras me frotaba con el guante de crin me acordé de una buena amiga, uno de esos seres milagro que por dicha aparecen en el camino.

Ella es una mujer con M de madre, abuela y de amiga sabia, (abuela debería llevar M en alguna parte…. Y pensé ¿de qué estará hecha? Y me respondí: de tierra, es una tierra fértil y cálida que huele con ese delicioso aroma a tierra mojada, pero además esa tierra aloja un volcán que ruge y brama, que se desborda que se alza al cielo con fuerza infinita. Una especie de diosa madre a la que sin duda habrían venerado en tiempos lejanos.

Luego pensé ¿y yo? ¿de qué estoy hecha yo? La respuesta me vino sola, yo soy espuma de mar y brisa, aroma de flores y murmullo de hojas movidas por el viento… todo intangible y etéreo, sin masa, sin peso.

Por eso no consigo pegarme al suelo, por eso mi tendencia al vuelo.

Quizás durante demasiado tiempo he querido ser lo que mi naturaleza me niega y plantar mis pies en la tierra.

Por eso otra maravillosa amiga me dice que llevo las alas plegaditas, (Dios, gracias por mis amigas).

Este año tengo un sueño que además de sueño es un propósito. Este año alcanzaré la armonía.

Armonía como vibración acorde conmigo misma y la naturaleza.

Armonía como plenitud de lo bello.

Armonía desplegando mis alas sin negarme a volar alto.


Alinna, abriendo alas.


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