domingo, 15 de marzo de 2015

Encerrada en mi sótano



Cerré los ojos y me dispuse a bajar al sótano. 

Lo primero que encontré fue la sala de mi cotidianidad, mi familia, mi trabajo, mi casa. 

Me dirigí al fondo y descubrí una escalera que descendía, encendí la luz y bajé. Una puerta me cortaba el paso pero me fue fácil abrirla, sólo tuve que darle a la manija y pasé sin dificultad. 
Encontré una sala grande en la que había una vitrina con mis amadas figuritas de cristal, unas nuevas, otras rotas, algunas con señales de composturas. El cartel de "por favor no rompan nada" seguía allí, ... no todos hacen caso..., otros procuran seguir las indicaciones pero sufren descuidos... bueno, para algo se inventó el pegamento... Me sorprendió ver algunas piedras entre las figuriitas. 

Las miré intrigada... ¡¡¡¡ah!!! ya!!!
 Las pequeñas esculturas 
no vienen tal cual, hay que tallar el cristal que la vida nos deja en forma de roca. Sacar joyas de las piedras del camino. Con calma, paciencia, tiempo y trabajo, tallando, o como las ostras, creando perlas con las impurezas que la vida ofrece.
 Miré con aprobación la vitrina, aún quedaba trabajo por hacer.

Descendí aún más por una escalera estrecha de escalones irregulares tallados en piedra y muy al fondo de mi yo dormido, encerrado en lo más profundo, donde creí que solo había oscuridad en la que habitaba un dragón encadenado, encontré tras una luz evanescente de bellos y cálidos tonos amatista a un tímido hurón de brillantes ojos negros que me miraba preguntándome, "¿porqué me tienes miedo? solo soy yo".

Alinna

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