martes, 9 de junio de 2015



 
Esta vez ascendí despacio.

Me deje guiar por mi intuición, esa voz interior que resuena cada vez más fuerte, y fui eligiendo el camino. Fijándome en las piedras, en los árboles, en los pájaros que sobrevolaban la colina.


Inspiré los aromas del espliego y el romero que cubren El Molinete.


Caminé por el sendero de tierra que llega hasta las ruinas del antiguo templo y deseé fundirme en el ambiente.
Estaba sola, nadie más turbaba la paz del lugar.
Me senté en la escalinata y me quité las sandalias inspirando muy despacio tres veces y me sentí en conexión,

y desapareció el tiempo...


Alinna

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