martes, 11 de junio de 2013

Sonreir con tacones



 
Ayer fui a la pelu.

 

Para mí, al contrario que para la mayoría de las mujeres, el ir a la pelu supone una pequeña tortura. Los fuertes olores de los tintes, el ruido de los secadores, el parloteo insustancial de las personas allí reunidas, la incomodísima postura en que te colocan para lavar la cabeza… ufff…..

 

Mientras esperaba que el tinte aplicado sobre mi cabello tiñera las canas que el tiempo se empeña  en poner en mis sienes cerré los ojos y por un momento me evadí del lugar. Mi imaginación voló lejos de allí y fue a parar a paisajes lejanos de bosques con sonidos de hojas agitados por el viento y riachuelos donde chapotear con los pies descalzos … pero la peluquera, amablemente me colocó una revista en el regazo y me trajo de nuevo a mi realidad.

 

Empecé a pasar páginas distraídamente, gente guapa, con trajes de lujo y joyas prohibitivas me miraban con caras sonrientes desde las fotos a todo color de la revista, y yo pensaba ¿serán felices? Y entonces miré sus zapatos… bellísimos, de delicado diseño y estilizados tacones que obligan a posturas imposibles a esos maltratados pies y sonreí para mis adentros… o quizás no tan adentros… nadie puede ser feliz y sonreír sinceramente llevando esos zapatos.

 

Todos tenemos problemas y a todos, alguna vez, nos hacen daño los zapatos, y todos intentamos, o al menos deberiamos intentar, sonreir desde lo alto de unos tacones.

 

Alinna

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